INTRODUCCIÓN
En México a comienzos del siglo
XXI la mayoría de las especies mexicanas de mamíferos pueden considerarse en
peligro de extinción, debido a la devastación de bosques, selvas, desiertos, arroyos,
playas, mares, que aún sin intención, hemos destruido los hábitats de un gran
número de especies.
La Norma oficial mexicana
(NOM-059-2001-SEMARNAT) proporciona una lista de 295 especies y subespecies de
mamíferos en alguna categoría de riesgo.
La extinción de estas especies ha
sido atribuida a la destrucción de su habitad natural, cacería para la venta de
pieles, venta ilegal de especies, hasta el envenenamiento y caza debido a la
caza de otras especies como lo son de ganado ovino, bobino y equino.
DESARROLLO
Causas generales
Las causas de desaparición de las
especies, podemos decir que en la mayoría de ellas se debe a la destrucción del
hábitat en nuestro país. México tiene
influencia tanto del norte como del sur. Esto hace que se encuentre entre los
cinco países megadiversos del planeta.
La cacería ilegal sigue siendo un
grave problema: la falta de regulaciones efectivas e incentivos, propician que
muchos pobladores salgan a cazar sin una regulación de temporada, época
reproductiva. Es innegable que poco a poco ha habido un cambio, en parte por
contar con leyes más estrictas como la ley de equilibrio ecológico, apoyadas
por convenios internacionales como el Convenio Internacional de Comercio de
Especies (CITES) o simplemente porque la defaunación ha hecho cada vez más
difícil encontrar piezas.
La mayoría de las especies en
peligro de extinción o amenazadas tienen esta condición porque sus hábitats
específicos están desapareciendo. Para muchas de ellas esto se debe a que
tienen en sí poblaciones pequeñas, adaptadas a condiciones muy particulares en
la gran cantidad de microambientes que se forman en el territorio nacional,
gracias a que éste se encuentra en una zona de transición sur-norte.
Grupos particulares
La gran mayoría de los pequeños mamíferos
ven en la destrucción de su hábitat la principal causa de su desaparición; sin
embargo, es importante destacar dos grupos, que no son los más numerosos pero
sí importantes por las interacciones que tienen con el ser humano y la poca
atención que se les ha prestado en sus problemáticas de conservación: los
mamíferos marinos y los grandes carnívoros.
Mamíferos marinos
En nuestro país están presentes prácticamente todas las
familias de cetáceos, la súper familia Platanistoidea; la beluga y el narval,
Monodontidae, y la ballena franca enana,
la única de la familia Neobalaenidae. En la familia Balanopteride (verdaderas
ballenas) la NOM reconoce 7 especies, 6 de las cuales están bajo el régimen de
protección especial y una en peligro; 18 miembros de la familia Delphnidae (delfines y orcas); 2 de la
familia Keogidae (Cachalotes); 2 de
la familia Phocoenidae (marsopas),
entre ellas la vaquita marina, y, finalmente, 5 de la familia Zifinidae (ballenas picudas). En su gran
mayoría de las especies de cetáceos usan las aguas mexicanas como lugar de
procreación.
Los pinípedos habitan sobre todo
en las costas de la península de Baja california, ven afectadas sus poblaciones
por la destrucción de sus hábitats, pues
muchas de las playas se están transformado rápidamente en destinos turísticos,
o bien se ven influenciados por éstos, por lo que los animales ya no encuentran
en esas playas sitios a salvo para la procreación. La contaminación de los
mares y las malas prácticas de pesca también son factores para la desaparición
de estas especies. Dos miembros de la familia Otaridae, el lobo marino de
california y la foca de Guadalupe, aparecen en la Norma, el primero bajo
protección especial y el segundo, en peligro.
Los grandes carnívoros
México presenta una gama de
carnívoros dentro de su mastofauna nativa. Tenemos varios representantes de los
carnívoros, los cuales podemos dividir, arbitrariamente, en dos grupos: los
pequeños carnívoros, dentro de los que encontramos a los zorrillos, las
comadrejas, los cacomixtles. Éstos se encuentran en peligro de extinción,
principalmente por la destrucción de su hábitat, o bien por la caza directa;
sin embargo, en la mayoría de los casos estos animales tienen tasas de
reproducción relativamente altas, que les permiten sobrevivir aún en zonas con
alta presión humana, en pequeñas áreas naturales. Estos micro-carnívoros
consumen en su mayoría insectos, aves, reptiles o algunos mamíferos de menor
tamaño. Cuando llegan a tener interacción con el hombre, normalmente es porque
consumen huevos, gallinas o pollos, ocasionando pérdidas económicas a los
campesinos de escasos recursos económicos, aunque el daño no es importante en términos
económicos.
El otro grupo de carnívoros
importante en México es el de los denominados megacarnívoros o carnívoros de
gran tamaño. Estos mega-carnívoros suelen tener mayor cantidad de encuentros
con el hombre y su condición de consumidores de carne hace que frecuentemente
esas interacciones entren en el plano de
los conflictos, ya que actúan en mayor grado con el ganado doméstico y muy
escasamente causan la muerte directa de los seres humanos. Estos conflictos se
ven incrementados en número e intensidad por la destrucción de los hábitats
nativos y por la destrucción consecuente de las presas tradicionales de los
mega depredadores, por lo que la caza ilegal (en ocasiones promovida por los
gobiernos) ha sido un factor importante para que en la actualidad los grandes
carnívoros mexicanos estén en gravísimo peligro de extinción, a pesar de que
muchos de ellos deberían ser motivo de orgullo nacional.
Felinos
De los seis felinos silvestres
(Cervantes et al. 2003) que habitan el territorio nacional, el más conocido
es el Jaguar (Panthera onca). Esta
especie de origen tropical ha sido reconocida como el más poderoso de los
depredadores, de ahí que los antiguos pueblos mesoamericanos dieran gran
importancia a su presencia (Armella et
al, en prensa). Este bello animal se distribuía en todas las zonas
tropicales de México. Aunque actualmente se ha encontrado en todo el sureste,
principalmente en Chiapas, Quintana Roo y Tabasco, se le ha localizado en
estados del norte como Sinaloa, mientras que en el Golfo se han reportado
jaguares casi hasta la frontera con Estados Unidos y es posible que entren en
ese país.
El Puma (Felis concolor) es un felino que habita en los bosques del norte
del país, de donde es originario, y ha migrado hasta el sur del continente. Es
la única especie de los felinos que no aparece en la norma oficial bajo ninguna
condición de riesgo. Para la Unión Internacional de Conservación de la
Naturaleza, esta especie es considerada como de “ultima preocupación” (least
concern), lo que quiere decir que no se encuentra en grave situación de
conservación, debido principalmente a su amplio rango de distribución, aunque
es importante hacer un seguimiento de sus poblaciones.
De los pequeños félidos el
jaguarundi (Herpailurus jaguarundi)
es la especie que se encuentra en mayor peligro de extinción. Es reconocida
como amenazada, a pesar de que como
especie tiene una distribución que abarca el sur de estados Unidos (Texas,
Arizona y Florida) y llega hasta el sur del continente. Por ser de tamaño
pequeño su alimentación se restrinje a vertebrados chicos, y debido a sus
hábitos de vida al interior de las selvas húmedas, es poca su interacción con
el ser humano.
Los dos pequeños gatos manchados:
el magray (Leopardos weddii) y el
ocelote (Leopardus pardalis), están
en la característica de en peligro. Estos animales, que no rebasan los 10 kg de
peso, viven en las zonas selváticas, desde el sur del país hasta sudamerica.
(Ceballos y Oliva, 2005)
El lince o gato montés (Lynx rufus) no aparece en la lista de la
Norma ofical Mexicana. Su presencia en México suele ser confundida con los
gatos ferales, gatos domésticos que por su tamaño y coloración abandonan el
entorno humano para convertirse en silvestres. De ahí que existan pocos
reportes sobre la especie, a pesar de no encontrarse “oficialmente” en peligro.
Osos
Otro grupo importante de grandes
carnívoros es el de los osos. En México alguna vez habitaron las dos especies
de grandes Ursidos Americanos: el Grisli (Ursus
arctos) y el Oso Negro (Ursus
americanus). El primero aparece en la NOM-059 con el estatus de extirpado
del medio natural. En México no se conoce la presencia de esta especie desde
los años sesenta del siglo XX (animalesextinción. es). La subespecie que
habitaba en nuestro país era el Ursos arctos nelsoni, cuyas descripciones
indican que era enorme, pues alcanzaba hasta 1.90 m de alto, parado en dos
patas, y más de 300 kg de peso. La principal razón de su desaparición fue la
cacería indiscriminada, aunada a su bajo potencial reproductivo. Por ser un
carnívoro cazador se le atribuyó la destrucción de ganado en el norte de
Mexico.
La especie que se mantiene en
México es el Oso Negro. También es carnívoro y se sabe que puede cazar y depredar
ganado. La mayoría de sus hábitos alimenticios incluyen bayas, frutos y varios
vegetales, por lo que es percibido como una amenaza menor para la población
humana. Resulta interesante lo reportado
por DoanCrider (2002), en el sentido de que ganaderos privados permitieron la
presencia de osos en sus ranchos. Al unir sus tierras crearon una superficie lo
suficientemente amplia para que esta especie se reproduzca e, incluso, sirva de
apoyo genético a las poblaciones del Parque Big Bend, en Texas. Es por esto que la NOM-059 resalta el valor
específico de esta población.
Cánidos
La familia de los cánidos es la
tercera de los grandes depredadores. Cervantes et al. reconocen cuatro especies de esta familia: el coyote (Canis latrans) y la zorra gris (Urocyon cineroargentatus) no están
considerados en peligro por la NOM-059-2001. Son especies muy adaptables y
esquivas, con altos potenciales reproductivos y omnívoros, por lo que pueden
comer prácticamente lo que sea. Dos especies más de la familia cánide sí
aparecen en la Norma: la zorra del desierto (Vulpes velox), de la cual se reportan 6 subespecies, todas bajo el
criterio de amenazadas. Su distribución reducida, tamaño pequeño y hábitat
específico, hacen que esta especie esté en peligro de extinción. El lobo
mexicano es el último de los grandes carnívoros que está considerado por la
NOM059 como extirpado del medio natural. Los últimos ejemplares de que se tenga
evidencia científica, fueron capturados a finales de la década de los setenta
en Durango y Chihuaha. Desde entonces los escasos reportes de aullidos o
avistamientos no han podido ser comprobados.
El lobo, como ninguna otra
especie de mamífero, fue perseguido, cazado, envenenado y exterminado en
México, principalmente por la depredación que causó esta muy adaptable especie
sobre el ganado ovino, vacuno y caballar, además de ser la causante, como se le
atribuyó, de la diseminación de la rabia entre los perros domésticos (González et al. 2004). Los esfuerzos por su
recuperación se vuelven todavía más importantes ante el cambio de actitud para
reconocer que su desaparición, como la de cualquier otra especie, es una
pérdida irremediable, mientras que los programas para recuperar ésta se hacen
necesarios.
CONCLUSIÓN
La deforestación las habitad naturales de estos animales han
propiciado a la extinción otros más han tenido que ser protegidos en reservas naturales,
zoológicos teniendo a estos en cautiverio. La ambición del hombre por el lujo,
la caza ha encaminado a muchas de estas especies a la extinción.
La poca regulación y control de las normas para la protección
de especies en peligro de extinción provocan la burla de personas que se
dedican a la venta ilegal de estas especies, no nos damos cuenta las
afectaciones que sufren los ecosistemas a consecuencia de la ausencia de una
especie, nuestros sistemas no están logrando el equilibrio ecológico.